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LOS MUERTOS QUE FACTURAN EN LA SALUD.

Según la ADRES, las EPS reportaron atención médica a más de
471.000 muertos, fallecidos desde hace 2 hasta 26 años atrás,
generando cobros fraudulentos por $2.3 billones de pesos. El descaro
supera todos los niveles porque este hallazgo se suma al más reciente;
12 millones de facturas “escondidas” en la Nueva EPS, que representan
cerca de $5 billones de pesos más del erario. Todo esto en un sistema
que los mismos beneficiarios del saqueo defienden a ultranza como
ejemplo de eficiencia privada.

La corrupción no es un hecho aislado, es el resultado de haber
entregado a la voracidad empresarial la administración de un derecho
fundamental. Se les permitió ser juez y parte, manejar los recursos
públicos de la salud bajo el disfraz de “autocontrol”. Y cuando el
gobierno plantea devolverle al Estado la auditoría para supervisar esos
dineros, gritan “dictadura” y “estatización”, cuando en realidad temen es
perder la chequera que los enriquece. Su miedo no es ideológico, es
contable, temen que este gobierno les acabe la fiesta de ese privilegiado
saqueo, porque en este sistema nada se pierde, todo se roba. Es un
Frankenstein financiero que se alimenta del dolor, de la enfermedad y
hasta de la muerte. Un sistema que factura cadáveres y entierra la ética.

¿Dónde estaban los políticos y senadores de la comisión séptima que
hoy se rasgan las vestiduras por la “crisis del sistema”? Estaban
mirando para otro lado, porque varios de ellos fueron financiados,
directa o indirectamente, por las mismas EPS que hoy en su mayoría
están en crisis debido a esos multimillonarios desvíos financieros.

El caso de los muertos atendidos es la metáfora perfecta del modelo,
un sistema que sobrevive alimentándose de cadáveres, un negocio que
no cura, sino que factura; que no salva vidas, sino que las exprime
incluso después del último aliento. La oposición debería tener la
decencia de callar antes que seguir vendiendo este saqueo como
ejemplo de éxito. Lo único exitoso aquí es la impunidad. Y mientras
sigan los discursos defendiendo a los ladrones con bata blanca y traje
ejecutivo, la salud seguirá siendo eso, un negocio que mata y después
cobra por atender al muerto.

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